¿Es verdad que los documentos del Nuevo Testamento no fueron Escrituras hasta el siglo IV? Es decir, ¿los libros no tenían autoridad hasta que los concilios de la iglesia se la otorgaron? Los eruditos liberales hacen esta sugerencia debido a que elimina cualquier explicación sobrenatural para el canon del Nuevo Testamento. Para ellos, una autoridad bíblica puede ser explicada únicamente en términos humanos.
Algunos de nuestros amigos católicos también argumentan a favor del siglo IV, pero por otras razones. Para ellos, la máxima autoridad reside en la iglesia. Por lo tanto, sin el sello de aprobación de la iglesia, el Nuevo Testamento no tendría ninguna autoridad.
Pero, ¿es ésta una representación exacta de los documentos del Nuevo Testamento? ¿No eran Escrituras hasta que la Iglesia se pronunció sobre ellos en el siglo IV? Para responder a esta pregunta, necesitamos ver cómo la Iglesia primitiva consideraba estos documentos.
Concilios de la Iglesia del siglo IV
Para empezar, permítanme decir que ningún concilio del siglo IV dio autoridad a los documentos del Nuevo Testamento. El Código Da Vinci se equivocó al decir que el Concilio de Nicea (325 d. C.), bajo la dirección de Constantino, formó el canon del Nuevo Testamento. El Concilio de Nicea no tuvo nada que ver con el canon.
De hecho, no tenemos ningún concilio eclesiástico del siglo IV que determine cuáles libros debían incluirse en el canon del Nuevo Testamento. Lo que tenemos son, en cambio, concilios eclesiásticos regionales que afirman los libros que ya habían funcionado como Escritura para la iglesia. En otras palabras, estos concilios eclesiásticos no otorgan autoridad a ningún libro del Nuevo Testamento. Más bien, se limitan a reconocer los libros que ya tenían esa autoridad. Esta distinción es crucial.
¿Quizás te estés preguntando por qué tardaron tanto tiempo? ¿Por qué la iglesia no hizo una lista mucho antes? Una explicación es que durante los primeros tres siglos, el cristianismo fue, en su mayor parte, una religión ilegal que enfrentó una persecución continua. De hecho, en el año 303 d.C., el emperador Diocleciano ordenó a todos los cristianos hacer sacrificios a los dioses paganos o de lo contrario tendrían que enfrentar el encarcelamiento o el exterminio. Además, les ordenó entregar todas sus Escrituras para que fueran quemadas.
Por estas razones, la iglesia no podía organizar concilios en todo el imperio para ratificar el canon del Nuevo Testamento. Además, no podían hacer circular sus libros ya que podrían ser confiscados por los funcionarios romanos. Una vez que Constantino legalizó el cristianismo en el siglo IV, la iglesia pudo dispersar sus libros libremente. En esta coyuntura, todas las iglesias tuvieron conocimiento de los distintos documentos y, por tanto, afirmaron la autoridad de los veintisiete libros.
Líderes de la Iglesia del siglo II
Sin embargo, la afirmación del canon del Nuevo Testamento por parte de la Iglesia en el siglo IV no venía de la nada. Los cristianos consideraban desde hacía tiempo que estos libros tenían autoridad. De hecho, varios líderes del siglo II afirman la autoridad del Nuevo Testamento en sus escritos.
Ireneo (180 d.C.)
Más que ningún otro padre de la Iglesia, Ireneo aborda cuestiones canónicas. Por ejemplo, declara que entre los muchos llamados evangelios, sólo cuatro de ellos tienen autoridad. Escribe:
“No es posible que los evangelios sean más o menos que el número que son. Así como que hay cuatro zonas del mundo en las que vivimos y cuatro vientos principales”2
Ireneo indica en otra parte por qué estos cuatro evangelios, y ningún otro, son canónicos. Confirma los cuatro evangelios porque sólo ellos están respaldados por la autoridad apostólica, mientras que los demás fueron escritos por gnósticos del siglo II. Dado que era un discípulo de Policarpo que conocía personalmente al apóstol Juan, su conocimiento de la autoría de los mismos tiene un peso importante.
Teófilo de Antioquía (177 d.C.)
Como obispo de Antioquía, Teófilo equipara compara en sus escritos a los profetas del Antiguo Testamento con los Evangelios.
“En cuanto a la justicia que la ley exigía, se encuentran declaraciones confirmatorias tanto en los profetas como en los Evangelios, porque todos hablaron inspirados por un mismo Espíritu de Dios.”3
No sólo eleva los Evangelios a la par con las Escrituras del Antiguo Testamento, sino que Teófilo afirma la inspiración divina para los Evangelios.
Justino Mártir (150-160 d.C)
Justino Mártir, que escribe antes que Ireneo y Teófilo, aborda los Evangelios o las “memorias” de los apóstoles en varias ocasiones. En una ocasión, aborda su papel en el culto.
“Y en el día llamado domingo, todos los que viven en las ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, mientras el tiempo lo permita; luego, cuando el lector ha cesado, quien preside instruye verbalmente, y exhorta a la imitación de estas cosas buenas.”4
Esta cita lo dice todo. Justino indica que la iglesia primitiva tenía tan buena opinión de los Evangelios que los incluía en su servicio de culto junto con las Escrituras del Antiguo Testamento.
Policarpo (110 d.C)
Policarpo fue alumno y compañero del apóstol Juan. En uno de sus escritos, designa explícitamente los escritos de Pablo como Escritura cuando afirma:
Como está escrito en estas Escrituras: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”.
Escribiendo a principios del siglo II, Policarpo cita Efesios 4:26 y lo llama Escritura – mucho antes de los concilios del siglo IV.
Otras fuentes tempranas – Ignacio, Clemente de Roma, y la Epístola de Bernabé – también discuten el canon del Nuevo Testamento.
Los escritores del Nuevo Testamento
Hasta ahora, hemos determinado que la iglesia del siglo II consideraba los escritos del Nuevo Testamento como Escritura con autoridad . Pero, ¿podemos retroceder aún más? Creo que podemos hacerlo observando los propios escritos del Nuevo Testamento.
2 Pedro 3:15-16
“y considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como os escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada. Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen—como también tuercen el resto de las Escrituras—para su propia perdición”
En este texto, Pedro compara los escritos de Pablo con las Escrituras del Antiguo Testamento.
1 Timoteo 5:18
“Porque la Escritura dice: No pondrás bozal al buey cuando trilla, y: El obrero es digno de su salario.”
En este pasaje, Pablo cita Deuteronomio 25:4 “No pondrás bozal al buey mientras trilla”, y Lucas 10:7 “el obrero es digno de su salario”, y los califica a ambos de Escritura. En otras palabras, el Evangelio de Lucas estaba al mismo nivel de autoridad que el Antiguo Testamento.
1 Tesalonicenses 2:13
En esta carta, Pablo da la impresión de que es consciente de que sus escritos llevan la autoridad de Dios.
“Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis.”
Escritura desde el principio
Contrariamente al punto de vista escéptico y católico, los escritos del Nuevo Testamento llevaron la autoridad Bíblica desde el momento de su composición. El erudito del Nuevo Testamento, N. T. Wright, sostiene que los autores “eran conscientes de una vocación única de escribir libros con la forma de Jesús, la guía del Espíritu y que dieran forma a la Iglesia, como parte de su extraña vocación de primera generación”5 Puesto que estos libros eran tenían autoridad desde el principio, los concilios del siglo cuarto de ninguna manera les concedieron autoridad. Más bien, simplemente reconocieron su autoridad ya existente – una autoridad que tenían desde el primer siglo.
Ryan Leasure tiene una maestría en Artes de la Universidad Furman y una maestría en Divinidades del Seminario Teológico Bautista del Sur. También sirve como pastor en: Grace Bible Church en Moore, SC.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
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Fuente Original del blog: https://bit.ly/3RR6oJd
Traducido por Monica Pirateque
Editado por Jennifer Chavez
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