¿Nacemos todos siendo hijos de Dios?

Por Melissa Dougherty

Muchos creen que todos los seres humanos nacen siendo hijos de Dios. ¿No es verdad? Quiero indagar qué dice la Biblia acerca de esta hermosa verdad teológica.

Muchos creen que todos los seres humanos nacen siendo hijos de Dios. ¿No es verdad? Quiero indagar qué dice la Biblia acerca de esta hermosa verdad teológica.

Alerta de spoiler —Es cierto.Pero de acuerdo a lo que dice la Biblia no nacemos siendo hijos de Dios. La creencia de que todos somos hijos de Dios no tiene sustento bíblico y ha generado muchos errores teológicos. Las Escrituras nos muestran que todos somos creados por Dios, pero nos convertimos en hijos de Dios a través de la adopción espiritual. No obstante, al nacer todos tenemos la imagen de Dios. Todos los seres humanos somos valiosos porque somos creaciones de Dios, y Él nos ama. Y es por ese amor que Él se hizo parte de su creación para salvarnos y para redimirnos. Debido a esto es  que fue necesario que Jesús se encarnara. Si todos ya naciéramos  como  hijos de Dios, no habría razón alguna para que Jesús tuviera que morir para redimirnos y adoptarnos. ¿De qué nos redimió o de dónde nos sacó para ser adoptados? Esta terminología es la  que constantemente usa la Biblia cuando habla acerca de la muerte de Jesús: Él nos “redimió”, porque éramos “esclavos” del pecado, y somos “adoptados” en Su familia.

Quiero extenderme en este punto. Hay muchos pasajes en las Escrituras que nos hablan del nuevo nacimiento, de ser adoptados en la familia de Dios, de ser una nueva creación en Cristo y todos ellos claramente muestran lo que fuimos —esclavos del pecado– y que ya no somos al ser llamados hijos de Dios. Nacer otra vez significa ser hechos de nuevo, pasamos de ser hijos de ira a ser adoptados como hijos de Dios.

Juan 1:12-13 dice, “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, 13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.” La negrita es mía.

Nacer de Dios significa renacer espiritualmente.

Romanos 8:14-17: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, 17 y si hijos, también herederos […]” La negrita es mía.

Nos convertimos en hijos de Dios cuando somos salvos por ser adoptados dentro de la familia de Dios a través de nuestra relación con Cristo Jesús. Gálatas 4 también nos habla de esto. En el capítulo 3, Pablo ha explicado que todos somos hijos de Dios por medio de la fe en Jesús. Es nuestra fe en Jesús la que nos hace sus hijos. Si pertenecemos a Cristo, entonces somos descendientes de Abraham y, como hijos, somos herederos. Esto es importante porque Pablo pone mucho énfasis en que sólo el heredero, el hijo, puede recibir la herencia.

Él ejemplifica esto al comparar a alguien que es siervo del mundo con alguien que es hijo de Dios.

Existen dos categorías.

Al principio del capítulo 4, Pablo escribe esto:

Gálatas 4:1-7: “Digo, pues: Mientras el heredero es menor de edad, en nada es diferente del siervo, aunque sea el dueño de todo, 2 sino que está bajo guardianes y tutores hasta la edad señalada por el padre. 3 Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo. 4 Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, 5 a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. 6 Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! 7 Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios.” La negrita es mía.

Esto es realmente sorprendente, la promesa que Dios le hizo a Abraham es nuestra herencia. Éramos esclavos de “las cosas elementales” del mundo. En el versículo 5 Pablo dice que Jesús compró nuestra libertad, ¡Porque éramos siervos de la ley y del  mundo! Y Él nos adoptó.

Esto es explicado con más detalle en el capítulo 3 de Juan, donde encontramos que Jesús no vino a condenar al mundo sino a salvar al mundo, pero las personas prefirieron la oscuridad y rechazaron la luz. Ahora, muchos saben de memoria Juan 3:16, así que ahí empezaremos:

Juan 3:16- “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Sigamos leyendo, aunque, habitualmente muchos no lo hacen.

17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. 18 El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. 20 Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. 21 Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios.”

Esto es importante: la gente no asimila lo que este pasaje nos muestra, y es que el mundo ya ha sido condenado. Normalmente la gente lo interpreta al revés. Pues creen que Dios es quien nos condena, pero eso no es lo que dice Juan 3. El pecado es lo que nos condena. Y ya que todos nacemos en condenación, necesitamos ser salvos de ella.

Si somos adoptados en la familia de Dios por medio de Jesús, debes preguntarte de qué o de quién fuimos separados si Dios no es ya  nuestro Padre. ¿Cómo podríamos ser adoptados en la familia de Dios si desde que nacemos ya pertenecemos a ella? ¿A quién le pertenece el mundo? ¿Quién es nuestro padre?

En Juan 8 y en 1a de Juan, la Biblia nos muestra que nuestro padre es el diablo. Por ello es que necesitamos “nacer de nuevo” porque nacimos en condenación por ser hijos del diablo.

¡Estamos con el padre equivocado!

Gálatas 3:22-25 dice:

“Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen. 23 Y antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser revelada. La negrita es mía.

1 Juan 3:10 nos muestra la visión dualista de nuestra condición. Si no somos hijos de Dios, somos por defecto hijos del diablo.

1 Juan 3:10 “En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. La negrita es mía.

Jesús señala a los fariseos como hijos del diablo en Juan 8. En este pasaje los fariseos están en una discusión acalorada con Jesús, y afirman ser herederos de Abraham, pero Jesús los pone en su lugar cuando hacen esta aseveración.

Juan 8:39-44 “Ellos le contestaron, y le dijeron: Abraham es nuestro padre. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. […] 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Ellos le dijeron: Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un Padre, es decir, Dios. 42 Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de Él, pues no he venido por mi propia iniciativa, sino que Él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra. 44 Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. […] La negrita es mía.

Así como literalmente no “nacemos” de nuevo, que es lo que Nicodemo preguntaba, tampoco “nacemos” siendo literalmente hijos del diablo. Sino que es una eslavitud espiritual y un renacimiento espiritual. Si eres hijo de Dios, significa que has experimentado el nuevo nacimiento espiritual, has nacido de nuevo, y eres salvo.

Recursos recomendados en Español:

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek 

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Melissa Dougherty es una apologista cristiana mejor conocida por su canal de YouTube donde presenta contenido de una ex new-ager. Tiene dos títulos técnicos post universitarios, uno en Early childhood Multicultural Education (Educación multicultural en tempranas edades de la infancia), y otro en Liberal Arts (Artes liberales) Hoy en día busca titularse como licenciada en Religious Studies (Estudios religiosos) en el Southern Evangelical Seminary.

Traducido por Gustavo Camarillo
Editado por Mónica Pirateque

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